Es de noche, se han acabado las horas de monotonas obligaciones, llega el momento de subir a la moto y volver a casa, arranco el motor y es un suave ronroneo el que llena el espacio vacio de las aturulladas gentes que han dejado de ir y venir, dar voces, portazos y frenazos en doble fila, la solitud invade las calles y al salir del pueblo me adentro en una inmensa negrez unicamente recortada por el foco de mi montura, la carretera sisea y el refrescar del aire, entra por la entreabierta calota de mi casco, haciendome llegar la esencia nocturna liberada por una vegetación que está notandose cambiar de estación. Si, cuando regresa el buen tiempo la noche huele a libertad
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